La galleta de la fortuna: Cookie Bacon

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Comer la galleta de la fortuna en Cookie Bacon, fue  sentir la felicidad con sabor a pistacho y frambuesa. Si estas en BUDAPEST y quieres probar una galleta divina:  Cookie Bacon es una de las cosas  imperdibles de Budapest .

Se siente que el  verano está por llegar, quizás demasiado rápido  y la primavera se retira, pero es un día en medio de dos estaciones, hace calor  y hay un sol brillante pero al salir de casa había 5 grados … Las flores rosas de los cerezas adornan las calles de Budapest. Hay un suave perfume en el ambiente. Los cerezos son cómo nubes, parecen una suave neblina rosada entre las ramas verdes. Las flores son tan delicadas y hermosas. La brisa hace que vuelen y lentamente caigan al suelo para crear una  fina capa de pétalos rosas. Esto llena la calle de color, felicidad y optimismo. Ver los pétalos caer genera alegría y a la vez tristeza: duran tan poco tiempo las flores de los cerezos, uno entiende el concepto de la belleza efímera. 

Entro a una cafetería que tenía muchas ganas de conocer, porque sus fotos en instagram me tenían enamorada , se trata  Cookie Bacon. Compruebo que es un lugar encantador y según sus creadores. “es un lugar lleno de luz  acogedora, de momentos dulces y felices. Un hogar fuera de casa. Para que te recargues, te conectes y disfrutes.”

Pido una galleta de pistachos , frambuesas y chocolate blanco. Oh! al morderla se siente la boca llena de pistachos, la divinura de las frambuesas, la suavidad de la masa y la seducción del chocolate. Es una explosión de sabores, es una galleta sensual y majestuosa aunque  me doy cuenta de lo poco que consumo azúcar porque me parece demasiado dulce.  

La acompaño con un pink latte : leche caliente y remolachas . 

Combinación extremadamente bella y hace juego  perfectamente con el color de las flores de los cerezos. Una merienda rosa:  galleta rosa con leche rosa  tibia… inevitablemente escuchar a Edith Piaf en mi cabeza: “Y me siento tan feliz, que cualquier día gris es de color rosa” . Probar un Pink Latte para un día en rosa es una serendipia perfecta, maravillosa forma de empezar el dúia. 

Miro por la ventana, la ciudad está brillante y el sol besa la copa de los árboles. Es muy extraño cuando Budapest está vestida  de colores, pero la primavera ama a Budapest y los húngaros aman las flores, las cultivan, las plazas se decoran con cientos flores, es un espectáculo hermoso. Pienso en un libro que estoy leyendo, se llama “Nagori: la nostalgia por la estación que termina”. Hoy  todo me remite al libro porque un día como hoy  no entra en el estricto parámetro de las 4 estaciones. No es casualidad tener este texto cerca es raro  día de primavera, porque allí es donde aprendo un concepto que me abre la mente y el alma.  Los japoneses reconocen 24 estaciones y no solamente 4. Esto habla de un sistema extremadamente sofisticado para percibir los pequeñísimos cambios del día a día.

“Nagori puede significar el fin de la estacionalidad de una fruta- las últimas mandarinas o las últimas cerezas del año- entonces uno trata de capturar ese olor, su sabor y su sensación no nos quedará otro remedio que aguardar un año entero conservando, eso sí, su recuerdo en la memoria de nuestros sentidos.  Nagori es asimismo la atmósfera de algo que ya no existe, como la de una casa que evoca el recuerdo de quienes la han habitado.  Nagori es lo que queda tras el paso de una persona, de un objeto, de un acontecimiento.  Nagori es, también, el momento de la despedida y el anhelo del regreso.  Así que Nagori puede nombrar a “lo que queda”:  La nieve que aún existe en primavera, la luna que aún está cuando sale el sol”. Este concepto de 24 estaciones me vuela la cabeza frente a la rigidez de pensamiento de 4 estaciones, además el libro habla de que las estaciones son emoción pura. 

Las estaciones no son solo cambios climáticos pues ellas son profundamente emocionales. Hay quienes son felices en verano y anhelan el sol y sentirán tristeza ante los últimos rayos cálidos de sol y hay quienes amamos el invierno y no queremos desprendernos de la paz que sentimos al tener una taza de café calentando nuestras manos y nos cuesta pensar que el candente verano se acerca sin piedad. 

También existirá el deseo de que sea eternamente verano y tendremos nostalgia al irse el verano, o el anhelo por la llegada de los días fríos. El otoño siempre es introspectivo, se va el año y hacemos un balance y la primavera siempre está cargada de la esperanza de un nuevo comienzo. Para mi que vengo  del trópico donde no hay estacionalidades,  estos conceptos integran a mi alma una cantidad de nuevos registros, nuevas referencias, nuevas sensaciones. Un universo maravilloso. Qué mejor que celebrar una revelación que con un buen café.

Pido un Flat White con leche de almendras, que he descubierto es lo más parecido a un marrón de los venezolanos.  Lo disfruto hasta la última gota y vuelvo a la realidad de golpe: la música de cafetería es discordante, demasiado alta y nada cálida, ni amable,  más acorde con un bar para tomar cervezas que con una cafetería. Demasiada gente, demasiada azúcar, demasiado instagram.   Quizás es solo un sinónimo de estos tiempos no sé. Opto por  conectarme con la alegría así que tomo la mitad de la galleta y la reservo para llegar a casa y tomarla con  café en silencio y disfrutar de este día entre 2 estaciones y seguir leyendo. 

Si estas en BUDAPEST y quieres probar una galleta divina:  Cookie Bacon es una de las cosas que NO TE PUEDES PERDER de Budapest

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