Ruszwurm, un café con la historia

La Pastelería Ruszwurm, es la más antigua de Budapest, es un lugar  imperdible de Budapest.  Abrió sus puertas en 1827. Tomar un café aquí es probar la historia de la ciudad, en taza de porcelana y con cucharilla de plata.  La familia que fundó la confitería, un clan de reposteros prestigiosos, usó su apellido como nombre del local, pero muchos la conocen como la pastelería de Sisi, la Emperatriz de Hungría, pues la Reina asistía con frecuencia.

Tuvimos mucha suerte de poder entrar sin fila y sentarnos en el elegante salón principal. Pedimos 3 pasteles y café. Todos riquísimos porque la repostería húngara es deliciosa, pero el pastel  más rico de todos fue la Eszterházy Torta, postre que se creó durante la monarquía de los Habsburgo. La torta tiene varias capas de bizcocho, capas de crema de mantequilla coñac y vainilla, crema de nueces o almendras decorada con un fondant blanco y café en forma de copo de nieve.

La confitería, por fuera es una casa simple de paredes color verde tilo, pero al entrar todo cambia, es un viaje en el tiempo. El mostrador está construido en una hermosa madera y el nombre de la pastelería está tallado finamente. Las vitrinas son de vidrio biselado, un águila imperial protege desde lo alto del mostrador del local. Los sofás son de tela verde, bellamente combinada con franjas marrón oscuras y diminutas flores. El salón principal tiene una calefacción antigua de cerámica color crema. Los cuadros, las porcelanas, todo es hermoso, pero en una belleza clásica: «pasada de moda”, como la sala de una abuelita adinerada.

 

Durante la época del imperio Austro-Húngaro la confitería vivió su época dorada pero aún mantiene su prestigio como una de las mejores de Budapest. El local ha sobrevivido a todo: Desde el asedio a Buda en 1850, la Segunda Guerra Mundial y luego en los años de la ocupación rusa el local fue nacionalizado. Pero allí está -milagrosamente- conserva su mobiliario original y muchas piezas decorativas intactas. 

Sentarme allí en feliz compañía a disfrutar una torta y un café fue un regalo de la vida. Fui con mis amados amigos Kelly y Hector a quienes conocí en Caracas cuando teníamos cerca de 20 años y desde entonces somos familia elegida y nos unen mil historias y una gran cantidad de emociones, tantas como kilómetros hay de Caracas a Budapest. Mientras hablamos, recordamos, reímos, lloramos habían pasado muchos años desde la última vez que nos vimos, fue de estos encuentros del alma: para mí estas son las mejores cosas de la vida, las conexiones con la gente que amas y las atesoro en mi corazón… mucho más, desde que estoy aquí tan lejos de mis afectos… ahora las valoro como diamantes en la caja de terciopelo de mi memoria. Pero además que el encuentro se materializara en las calles de Budapest hizo que el día se enmarcara en dorado y con bordado de lentejuelas. 

Si estas en BUDAPEST es una de las cosas que NO TE PUEDES PERDER !!!!!

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