Matild Café & Cabaret es una de estas cafeterías que hace brillar a Budapest. A la entrada del lugar te recibe un caballero vestido de forma impecable y amablemente te conduce a la mesa y toma tu abrigo, luego te ayuda con la silla para que tomes asiento, dándote la bienvenida. El gesto se agradece enormemente, sobre todo en un mundo de Take a way.
Pedí un café con leche de almendras, que llegó con un aroma maravilloso y la espuma aterciopelada y blanca estaba coronada con un corazón, el café esta servido en una elegante taza blanca cuya finura se sentía contacto con las manos y los labios.
Sentada en la mesa pude apreciar la belleza del lugar con un estilo Art Nouveau en colores verde y dorado con sillones de terciopelo verde esmeralda y sillas azul rey. La música exquisita: Lena Horne. Inmediatamente al escucharla me sentí en un film de los años 40’s y en una locación totalmente cinematográfica.
El café, el lugar, la música, la belleza, lo sublime del momento me conectan con la belleza de ese instante, las emociones, la alegría, la sorpresa.. un halo dorado que viene de las lamparas se proyecta sobre el mármol de la mesa y parecen pequeñas estrellas brillando.
Mis amigas llegaron unos minutos después y cada una pidió una torta diferente para compartirlas. Una tartaleta de frutos secos y frutas de confitadas, una maravillosa torta de panacota y frutas. Yo pedí una divinura: la tarta Clotilde: el postre emblema de la casa. Se trata de un postre de chocolate, avellanas, crema de avellanas aterciopelada y diferentes texturas, crocantes y suaves, para una completa experiencia sensorial.
Entre cafés y postres celebramos el valor de la amistad, hablamos de la vida y especialmente recordamos a Isabel, mi madre. Isabel es una mujer culta, inteligente, adelantada a su época, con una memoria prodigiosa, dueña de una gran elegancia y buen gusto. Mi madre me enseño a amar las cosas bellas, ha descubrir la maravilla en los pequeños detalles: una cucharilla de plata, una taza de porcelana, la alegría de leer un bello poema, la sutileza del aroma de los jazmines, la hermosura de las flores y las orquídeas, la exquisitez del vuelo de los colibríes, la iridiscencia de alas de las libélulas, que una caja de galletas danesas puede tener el tesoro más grande dentro: miles botones brillantes e hilos, me enseño los nombres de las constelaciones, de cada Dios griego y sobre todo me enseño a amor el cine. Este lugar esplendido de Budapest resultó el lugar perfecto para recordarla y brindar por su vida.
Un pianista se sentó ante el hermoso piano negro, al escuchar nuestro melodioso castellano, comentó a tocar “bésame mucho”.. mi amiga la canto bellamente a su lado, con esa gracia, simpatía belleza y elegancia tropical que nos caracteriza como venezolanas.
El edificio que alberga el café es majestuoso. Se trata de 2 palacios idénticos cada uno a un lado de la calle con los nombres Matilda y Clotilde. El palacio donde está el café fue construido hace 120 años bajo el patrocinio de la Archiduquesa Mária Klotild.
Matild Café & Cabaret, ademas de ofrecer desayunos y postres en las mañanas es un restaurante durante el día y ofrece en las noches eventos musicales. El local fue reinagurado este mismo año, pero abrió sus puerta por primera vez el 1901 con el nombre de Belvárosi Kávéház y era un lugar predilecto de escritores y poetas. Luego de la guerra fue el primer café que abrió en Budapest aun con los cristales rotos y usando las pocas bolsas de café que quedaban. En este momento, la apertura de la cafetería representó la promesa de un nuevo comienzo para los húngaros. De igual manera la apertura del lugar tras la pandemia arrojo un baño de luz y esperanza a la ciudad.
Al terminar nuestros cafés, entre sonrisas, recuerdos y con la ilusión renovada salimos a recorrer las calles de Budapest.
https://matildcafe.com/
Budapest, Matild Palace, Váci u 36, 1056 .Hungria.