A las orillas del portentoso Río Colorado en Monagas (Venezuela), se crió Isabel, mi madre. Allí los abuelos Otahola tenía su hogar. Al abuelo Lucio, la dictadura le impuso “casa por cárcel” entonces, el fijó residencia en medio de una montaña, aislado de todo y sobre todo lejos de los esbirros de la feroz dictadora. Junto a la abuela y con sus propias manos desmalezaron y construyeron su casa.
Hoy mi hermano Gabriel, tiene allí su lugar en el mundo. En San Isidro el café crece de forma natural a la sombra de árboles centenarios. Allí mis abuelos sembraban y secaban café, a lomo de mula llegaba hasta los pueblos cercanos y se vendía este era su sustento, aunque el abuelo era farmaceuta, no podía ejercer y el café les aportaba el pan de cada día.
La finca se llamó San Isidro, para llegar hasta allí, desde el centro poblado más cercano hacía falta dos días en mula, por un camino húmedo y pantanoso, de subidas empinadas y donde un pequeñísimo sendero surcaba el filo de las montañas.
Los monjes capuchinos habían introducido -siglos atrás- el cultivo de café en Caripe y San Antonio de Maturín, aprovechando que en esta pequeña zona poseen un micro clima excepcional: son montañas, húmedas, frías y con la altura necesaria para el cultivo de extraordinarios cafetos y que hoy día siguen siendo de los mejores cafés de Venezuela.
Café de Caripe…
Antes de venir a Argentina y con motivo de mi cumpleaños, fui con mi familia a San Isidro, hoy día hasta la finca se llega solo caminando o en mula, pero el trayecto es de tan solo dos horas. Allí a las orillas de Río Colorado recordamos a los abuelos, pudimos: disfrutar del agua pura y fría que se abre paso entre magnificas piedras, comer arepas de maíz puro y tomar café colado y hecho en un fogón de leña.
Dicen que el mejor café es el que se toma en compañía y ese día fue realmente especial, de esos días que valen por años y de los cuales recuerdas cada detalle, el sonido del río, el aroma de los jazmines y lirios, de las maderas al fuego. Los colibríes y las libélulas a nuestro alrededor. Las historias mágicas de mi hermano Gabriel, las risas y el amor flotando en el ambiente como un perfume.
El café tiene un especial lugar en mi vida, porque cada taza de café honra la historia de mi familia.
Me acompaña hoy – en la escritura del primer post de este blog que se hago desde Buenos Aires- un café Venezolano, el grano es 100% arábica- criollo Caripe , sembrado 1050 msnm. Tostado medio en Caracas el 1 de diciembre de 2017. Sembrado y cosechado a metros de San Isidro, la tierra de mis abuelos Otahola